NOTAS DE PRENSA

Crítica en Canarias7.es, 22 de julio de 2008:

Critica de danza 
De la rosa a la vida

"Sabe a antaño y tiene ecos de la ‘ Argentinita’, aunque ahora cante Esperanza Fernández" .

Tiene el Café de Chinitas una rosa que llora de pura hermosura y sangra de tanto arte. De nombre Ana Moya, envuelve en sus brazos al mismo baile y lleva el destino enredado ente los vuelos de su propio traje, porque éste, en silencio, se esconde tras los bajos de tanto volante, a la espera del cante y del toque que anuncien su suerte. De su paño brotan los pasos por soleá y seguiriya, marcando a tacón la libertad de tales caderas, pero es el quiebro de su cintura el que en verdad dicta el verso a tan esbelta figura y fija el compás de la noche, bajo la luz de la luna.
Doblan campanas de vida y muerte en aquel famoso café malagueño de casi un siglo que fue leyenda (cerrado en el 37), allí donde el café con espectáculo costaba 1, 25 pesetas y Estrellita Castro imponía la moda. Taberna de genio artístico y crónica social de toda una época, de escenario pequeño y hecho poema cantado a capricho de Lorca, quien juntó a Paquiro y su hermano en desafío como protagonistas de un mismo momento, que es instante imposible en el tiempo vivido. Cuelgan ahora telones de arte en movimiento que dan vida al paisaje surrealista de Dalí y ponen voz al Cancionero Popular lorquiano, que rebuscan en los rincones del alma para llenar la escena con el Zorongo gitano, Los cuatro muleros, la Nana del Galapaguito que no tiene mare, o La Tarara que canta como mujer aunque nació mulero, y el Anda jaleo.
«Anda jaleo, jaleo…
Anda jaleo, jaleo…
Ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo
y ahora empieza el tiroteo».
Porque El Café de Chinitas sabe a antaño y tiene ecos de la Argentinita, aunque ahora cante rotunda, y con el alma, Esperanza Fernández. Definitiva. Es la suya una cantinela que desafía al olvido y sabe a raíz y a raza. Fuerza y vigor la de todo un elenco que recrea el alma de cuanto allí pasó, en cada braceo y en cada desplante, veloces zapateados ajustados de arte para un baile festero que sigue el compás, vestido de jarana y maravillosamente teñido de tantos colores.
Y en el aire, esas palabras calladas que respiran los cuerpos con vueltas, marcajes y cierres. Son los tres tiempos de las sevillanas, los doce de la seguiriya, y otros doce para rematar, que son los de la soleá. Sentimiento y solemnidad para el corazón que late bajo un mantón.

Enlace:
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=104307


Crítica del Diario de Pozuelo, 21 de enero de 2008:

El Ballet Nacional de España regala arte en estado puro 
 
Javier Muiña
Lunes, 21 de Enero de 2008 07:00

El Ballet Nacional de España encandiló a un abarrotado MIRA Teatro de Pozuelo de Alarcón con sus dos coreografías: 'Aires de Vida y Corte' y 'La Leyenda'. Esta última levantó al público de sus asientos, que permaneció durante más de cinco minutos ovacionando a la compañía de José Antonio.

A las 20.00 horas, con una puntualidad absoluta, tronaron los primeros acordes y el MIRA Teatro se sumió en la más absoluta oscuridad, aunque no cesaba el murmullo entre el auditorio y los últimos asistentes ocupaban sus localidades.

Pero la visión de los primeros bailarines en escena, caracterizados de toreros ellos y de goyescas las mujeres, consiguió lo que no había logrado la música: captar la atención del público.

El sonido de los primeros zapateaos y los movimientos de los bailarines auguraban que la noche estaría dominada por el arte, algo que con el paso de los minutos se confirmó.

Coordinación en el Madrid de 1800

'Aires de Villa y Corte' combinó la delicadeza del ballet clásico, muy en la línea de 'Carmen' de Bizet, con la fortaleza y la garra del flamenco. Se trataba de un baile de seducción en el que los hombres trataban de cortejar a esas mujeres del siglo XIX que la coreografía exigía. Los varones, con su catálogo de piruetas y giros, encontraban en los grand jeté y los attitudes de ellas la respuesta perfecta.

La primera parte anticipó la coordinación y la limpieza de los movimientos que dominarían las dos horas de representación. Sin embargo, el público se mostraba aún un tanto contenido.

Una situación que se transformó por completo tras el descanso. 'La Leyenda', un homenaje a la desaparecida Carmen Amaya, figura del flamenco, con sus taconeos y palmas, sedujo por completo al auditorio, entregado al arte que destilaban sus dos protagonistas, Elena Algado y Ana Moya.

Alegría para un zapateao

La catarsis se produjo durante el sexto movimiento, 'Alegrías', en el que ambas protagonistas mantuvieron un apasionante duelo, jaleadas por la compañía de música y cuatro palmeros. El interminable zapateao de Ana Moya, que demostró que, al igual que Carmen Amaya, una mujer puede bailar de cintura para abajo, de la misma manera que un hombre, despertó los primeros bravos del auditorio.

La Seguiriya final, en la que Ella Mujer apareció ataviada con una espectacular bata de cola blanca que movía con una ligereza inusitada, puso el broche de oro a una noche inolvidable, que el MIRA Teatro recompensó con una sonora ovación de más de cinco minutos.

El cuerpo de baile demostró el porqué el BNE ocupa un lugar destacado en el panorama internacional. Su depurada técnica, unida a la capacidad interpretativa de sus componentes, permiten que iconos como Carmen Amaya vean su pervivencia asegurada.

Enlace:
http://www.diariodepozuelo.es/index.php?option=com_content&task=view&id=2525&Itemid=443